En el entorno empresarial actual, los activos intangibles como la información, los datos sensibles y la cartera de clientes son factores estratégicos y de valor. Protegerlos es, por tanto, una prioridad para garantizar la competitividad y prevenir riesgos legales o comerciales. Un contrato de trabajo bien redactado es una herramienta clave para establecer reglas claras y evitar conflictos futuros.
En la práctica, un contrato de trabajo que protege información y clientela debe incluir cláusulas concretas y operativas. Información precisa que determine con claridad el alcance de las obligaciones del trabajador, cómo debe manejar la información y los recursos de la empresa, y las consecuencias derivadas de su incumplimiento.
Por ejemplo, la cláusula de confidencialidad no debe limitarse a fórmulas genéricas, sino especificar la información cubierta, los destinatarios autorizados y la duración postcontractual. Esto es especialmente relevante cuando el empleado accede a bases de datos de clientes, estrategias de marketing o desarrollos internos de software.
Contrato de trabajo: la propiedad intelectual
Asimismo, en determinados casos conviene prever una cláusula de propiedad intelectual e industrial para dejar constancia de que los derechos sobre cualquier creación, desarrollo o documentación elaborada por el trabajador en el ejercicio de sus funciones pertenecen a la empresa, incluyendo diseños, manuales internos, programas informáticos o contenidos digitales con valor comercial.
Otro aspecto fundamental es la protección de la clientela. Las cláusulas de no concurrencia y de no competencia postcontractual deben estar claramente delimitadas en territorio, actividades y duración, ofreciendo una compensación adecuada para garantizar su validez legal.
También es recomendable incluir una cláusula de no captación de clientela o de empleados que impida desviar clientes o personal hacia sí mismo o hacia competidores tras la finalización del vínculo laboral.
En conclusión, los contratos de trabajo que protegen información y clientela deben ser claros, proporcionados y aplicables.
Al definir con precisión qué proteger, regular el uso, establecer límites razonables y prever mecanismos de control y sanción, la empresa transforma el contrato de trabajo en una verdadera herramienta de blindaje de su valor estratégico.
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