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Un aspecto decisivo en la toma de decisiones empresariales es la anticipación. Para ello es necesario disponer de sistemas de información que afecten positivamente en la gestión y emprender tareas estratégicas como elaborar un plan de negocio actualizado.
Ese rigor y labor preventiva, además de permitir la detección temprana de los riesgos que afecten al negocio, mostrará sus bondades y ventajas a otros grupos de interés, facilitando:
- La financiación de nuevas inversiones.
- La expansión hacia nuevos mercados.
- La consecución de operaciones corporativas.
- La incorporación de nuevos accionistas que maximicen el valor de la empresa.
Por todo ello, al igual que sucede con la misión de mantener una buena gestión contable, elaborar un plan de negocio se convierte en un hito de máxima relevancia para el diligente gestor de negocios en 2025.
Pero, ante una realidad tan cambiante como a la que nos enfrentamos cada día, no bastará con elaborar un plan de negocio. El mercado exige su constante actualización ante la aparición de estrategias emergentes que el plan de negocio inicial debe recoger y dar respuesta.
Esta revisión constante del plan de negocio nos brindará una serie de beneficios adicionales que, ante las urgencias de la vida diaria, quedan en el olvido. A continuación, recordamos cinco grandes beneficios de elaborar un plan de negocio y actualizarlo continuamente.
1. Poder de negociación
Elaborar un plan de negocio dinámico nos permitirá:
- Introducir nuestra empresa.
- Proyectar su situación actual respecto a sus previsiones.
- Describir y ponderar sus oportunidades de acuerdo con la viabilidad del sector.
- Verificar la evolución del mercado, del sector y del entorno.
- Definir nuestras estrategias futuras.
- Mostrar su grado de cumplimiento.
- Exhibir nuestras metas y expectativas a corto, medio y largo plazo con fiabilidad.
Esta presentación facilitará la comunicación con nuestros grupos de interés, generando confianza y su apoyo de manera constante. Asimismo, también les transmitirá tranquilidad, pues les permitirá conocer en qué punto nos encontramos y cuáles son nuestras previsiones. Bancos, inversores, proveedores… huyen de los riesgos, las incertidumbres y el desorden. La improvisación hace saltar todas sus alarmas, promoviendo su reticencia a continuar operando con nosotros.
Trasladar fiabilidad, presentar unos objetivos definidos y disponer de un proyecto sólido y estructurado alimentan la confianza de nuestros grupos de interés y potencia su interés económico, transportándonos a una posición negociadora ventajosa.
2. Mitigar riesgos y amenazas
Debemos tener en cuenta que elaborar un plan de negocio bien estructurado y definido requiere, entre otras tareas:
- Estudiar el mercado rigurosamente.
- Identificar nuestras debilidades para corregirlas.
- Descubrir nuestras amenazas para adaptarnos.
- Comparar nuestro negocio con el de nuestros adversarios.
Si detectamos nuestras limitaciones externas e internas, podremos aprobar nuevas estrategias para eliminar riesgos y alcanzar nuestros objetivos.
3. Margen para buscar (y encontrar) alternativas
Una buena estrategia no está basada tan solo en números, sino también en el olfato y la proactividad de quien gestiona la empresa. El administrador diligente estará preparado para lidiar con escenarios complejos, mitigar sus efectos y reconducir su negocio en tiempo récord.
Tal y como se evidenció en la crisis del COVID-19 o la DANA que afectó al Levante español en las últimas semanas, existen escenarios que son imposibles de predecir. Es por ello, que, si mantenemos un elevado autoconocimiento de nuestro negocio, contaremos con más oportunidades de encauzarlo ante contextos adversos. Además, la versatilidad y la adaptación a nuevas realidades o estrategias emergentes con rapidez ofrecerá una oportunidad para escalar con mayor rapidez que la competencia.
Retrotrayéndonos a la pandemia, nos puede ilustrar la estrategia de SEAT, que, siendo consciente de su potencial y de las posibilidades que le ofrecía su infraestructura, se reinventó para desacelerar en la producción de vehículos y sustituirla por la fabricación de respiradores artificiales.
4. Identificar errores encubiertos
Existen desaciertos empresariales evidentes que condenan a las empresas al fracaso más absoluto: inversiones en proyectos frustrados, compras excesivas y desaprovechadas, operaciones con partners equivocados…
No obstante, es probable que, en nuestro día a día, estemos cometiendo descuidos evitables que pueden permanecer ocultos durante un largo período de tiempo, hasta condenar a un negocio al cierre.
Algunos de estos fallos están ligados a:
- Una mala gestión del personal: plantilla frustrada, inexistencia de incentivos económicos, falta de flexibilidad laboral…).
- Una atención deficiente a los clientes, especialmente, en el período post venta.
- Ineficiencias en procesos.
- Inexistencia de previsiones de tesorería.
- Falta de un plan de comunicación estratégica.
5. Elaborar un plan de negocio nos permite aproximarnos a nuestros propósitos
El día a día y las tareas rutinarias pueden nublar la visualización de nuestros objetivos. Por ello, al elaborar un plan de negocio es fundamental partir de un propósito principal, acompañado de metas secundarias. Se trata de no desviar nuestra atención y recordar, en todo momento, hacia dónde queremos ir.
Nuestro punto de partida para alcanzar el éxito pasa por:
- Determinar nuestra razón de ser.
- Definir cuáles son nuestras metas.
- Diseñar las acciones y comportamientos que nos permitan alcanzarlas.
Sobre nuestra misión, visión y valores descansarán todas las variables que nos permitirán definir y elaborar un plan de negocios eficaz.