No sé por qué, pero al levantarme de la siesta (¡cuántas ideas vienen al jurista durante el sueño!) y pensar en el primer post de este foro que hoy nace a la vida, me vino a la mente la película “El Jinete Pálido”, de Clint Eastwood.
Salvo a los más cinéfilos, el título poco les dirá. Yo mismo he tenido que buscarlo en internet tecleando el grito que ya hace años quedó grabado en mi memoria. “PREDICADOR”.
¿Recuerdan a la niña llamando desconsolada al predicador, sin obtener respuesta?
Si ya recuerdan la escena, se preguntarán a qué viene esto.
Pues bien, siempre que firmo un auto de declaración-conclusión (art. 176 bis.4 LC) o de simple conclusión sin haber agotado la liquidación (art. 152.2) me veo a mí mismo gritando “LIQUIDADOOOORRRR”.
Esto requiere otra explicación, ésta de carácter jurídico.
Lo analizamos en esta nueva entrada del blog Affectio societatis